Para Iván Illich (1926-2002) y
la corriente de la desescolarización la
escuela es una empresa inviable desde todos los puntos de vista. Se ha
hecho popular entre los privilegiados porque constituye la garantía de un progreso
ordenado bajo el control de la élite y entre los desheredados porque representa
la promesa de una igualdad de oportunidades que nunca cumple. El rechazo es
total y descalifica todo esfuerzo de renovación pedagógica del esquema escolar
que sólo termina por justificarlo o modernizarlo. Ante la necesidad de cambiar
los tipos de institución y la tecnología existentes en el modelo industrial, de
forma que sean beneficiosos para los humanos las soluciones giran en torno a
constituir una red de servicios públicos de educación organizados de forma que
nadie pudiera conseguir una posición privilegiada dentro de ellos. Abogaba
porque la escuela fuera reemplazada por unidades descentralizadas sin carácter
obligatorio y que garantizaran la información y los aprendizajes útiles para la
vida y promovieran la convivencia y la jovialidad.
Así,
propone dividir las funciones de la enseñanza en unidades separadas y
diferenciadas. Una trama o red de intercambio podría contener todos los
recursos necesarios para el aprendizaje efectivo y funcionar como centro de
información que interconecte bibliotecas, laboratorios y salas de exposición
como museos y teatros y también elementos de uso cotidiano en fábricas,
aeropuertos y lugares públicos, a disposición de potenciales estudiantes, Una
segunda red referida a un registro en el que las personas pudieran inscribirse
voluntariamente según el oficio que dominen para que quienes quisieran aprender
el mismo pudieran encontrar a alguien que estuviera dispuesto a enseñarlo. La
tercera trama estaría integrada por una red de comunicación que permitiera a
las personas describir la actividad de aprendizaje a la que desea dedicarse y
así hallar compañeros junto a los que iniciar su desarrollo, de modo que el
plan de estudios sería definido libremente por cada individuo. Finalmente, una
cuarta trama se constituiría por un catálogo de educadores independientes donde
se registrarían con sus direcciones y autodescripciones aquellos profesionales,
paraprofesionales e independientes ante los cuales los potenciales interesados
en contratar sus servicios podrían elegir consultando a sus anteriores
clientes.
Su crítica a la escuela, que se
fomentó a partir de conversaciones que
mantuvo en la década del sesenta con Everett Reimer (m 1998), otro representante
de la desescolarización, se engloba dentro de los cuestionamientos a la
sociedad industrial y sus instituciones. Distintos autores como el canadiense Marshall McLuhan
(1911-1980); el estadounidense Paul Goodman (1911-1972) o el francés Edgar Faure
(1908-1988) han adherido a esta corriente y elaborado distintas alternativas.
Todos ellos admitieron que sus prédicas sólo serían posibles si se produjeran
cambios decisivos en la sociedad y aunque intentaban superar la reproducción de
la pirámide social que se reproduce en la pirámide escolar las críticas han
servido en varias ocasiones para nutrir a quienes pugnan por reducir los
presupuestos educativos.
Por
ejemplo, otra idea de Illich fue organizar bancos educativos
(depositarios del capital necesario para la educación de cada individuo) o
dotar a cada recién nacido de un capital para educarse que pueda utilizar
libremente a cualquier edad y en este tipo de iniciativas encontró afinidad con
sectores conservadores como Milton y Rose Friedman con su proposición, llevada
a la práctica en algunos lugares, de
mercantilizar la educación a través de un sistema de vales o bonos emitidos por
el Estado a los padres para que solventen con ellos las escuelas que elijan.
La contundente retórica de Illich destaca las funciones
latentes de la escolarización y refuta las funciones manifiestas o explícitas.
“La
educación universal por medio de la escolarización no es factible. No sería
más factible si se la intentara mediante instituciones alternativas
construidas según el estilo de las escuelas actuales. Ni unas nuevas
actitudes de los maestros hacia sus alumnos, ni la proliferación de nuevas
herramientas y métodos físicos o mentales (en el aula o en el dormitorio),
ni, finalmente, el intento de ampliar la responsabilidad del pedagogo hasta
que englobe las vidas completas de sus alumnos, dará por resultado la
educación universal. La búsqueda actual de nuevos embudos educacionales debe
revertirse hacia la búsqueda de su antípoda institucional: tramas
educacionales que aumenten la oportunidad para que cada cual transforme cada
momento de su vida en un momento de aprendizaje, de compartir, de interesarse
(...) Mi análisis del currículum oculto de la escuela debería poner en
evidencia que la educación pública se beneficiaría con la desescolarización
de la sociedad, tal como la vida familiar, la política, la seguridad, la fe y
la comunicación se beneficiarían con un proceso análogo”.(1985: introducción)
“No sólo en Argentina, sino también en México o en
Brasil, el ciudadano medio define una educación adecuada según las pautas
estadounidenses, aun cuando la posibilidad de lograr esa prolongada
escolarización esté restringida a una diminuta minoría. En estos países la
mayoría ya está enviciada con la escuela, es decir, han sido
"escolarizados" para sentirse inferiores respecto del que tiene una
mejor escolaridad. Su fanatismo en favor de la escuela hace posible el
explotarlos por partida doble: permite aumentar la asignación de fondos
públicos para la educación de unos pocos y aumentar la aceptación del control
social de parte de la mayoría (...) La escuela se apropia del dinero, de los
hombres y de la buena voluntad disponibles para educación y fuera de eso
desalienta a otras instituciones respecto a asumir tareas educativas. El
trabajo, el tiempo libre, la política, la vida ciudadana e incluso la vida
familiar, dependen de las escuelas, en lo concerniente a los hábitos y
conocimientos que presuponen, en vez de convertirse ellos mismos en los
medios de educación”. (1985:capítulo 1)
“La búsqueda de alternativas en educación debe comenzar
por un acuerdo acerca de lo que entendemos por "escuela". Esto
puede hacerse de varias maneras. Podemos comenzar por anotar las funciones
latentes desempeñadas por los sistemas escolares modernos, tales como los de
custodia, selección, adoctrinamiento y aprendizaje. Podríamos hacer un
análisis de clientela y verificar cuál de estas funciones latentes favorece o
desfavorece a los maestros, patronos, niños, padres, o a las profesiones.
Podríamos repasar la historia de la cultura occidental y la información
reunida por la antropología a fin de encontrar instituciones que desempeñaron
un papel semejante al que hoy cumple la escolarización. Podríamos finalmente recordar
los numerosos dictámenes normativos que se han hecho desde el tiempo de
Comenius, o incluso desde Quintiliano, y descubrir a cuál de éstos se
aproxima más el moderno sistema escolar. Pero cualquiera de estos enfoques
nos obligaría a comenzar con ciertos supuestos acerca de una relación entre
escuela y educación. Para crear un lenguaje en el cual podamos hablar acerca
de la escuela sin ese incesante recurrir a la educación, he querido comenzar
por algo que podría llamarse una fenomenología de la escuela pública. Con
este objeto definiré "escuela" como el proceso que especifica edad
y se relaciona con maestros, y exige asistencia a tiempo completo a un
currículum obligatorio”. (1985:capítulo 2)
“En otras palabras, las escuelas son fundamentalmente
semejantes en todos los países, sean éstos fascistas, democráticos o
socialistas, grandes o pequeños, ricos o pobres. La identidad del sistema
escolar nos obliga a reconocer la profunda identidad en todo el mundo, del
mito, del modo de producción y del método de control social, pese a la gran
variedad de mitologías en las cuales encuentra expresión el mito”. (...)
“El desescolarizar los artefactos de la educación haría
necesario poner a disposición los artefactos y procesos -y reconocer su valor
educativo (...) Si las metas de la educación ya no estuviesen dominadas por
las escuelas y los maestros de escuela, el mercado para los aprendices sería
mucho más variado y la definición de "artefactos educativos" sería
menos restrictiva” (1985:capítulo 6)
(Las referencias entre paréntesis corresponden a la
edición electrónica del libro de Illich “La sociedad desescolarizada” anotada
en el apartado de fuentes)
“La escuela se ha convertido en la iglesia universal de
la sociedad tecnológica, incorporando y transmitiendo su ideología, moldeando
el espíritu de los hombres para que acepten esa ideología, y confiriendo
status social proporcionalmente con la aceptación de la misma. No se trata de
que el hombre rechace la tecnología. El problema radica en la adaptación, la
dirección y el control de la misma. Puede que no reste mucho tiempo, y
parecería que la única esperanza estriba en la educación – la verdadera
educación de hombres libres capaces de dominar a la tecnología en lugar de
ser esclavos de ella; o de otros, en nombre de ella” (Reimer;1976:26).
-Illich, Ivan La sociedad
desescolarizada. Joaquín Mortiz-Planeta. México. 1985.[en línea] (www.ivanillich.org)
-Reimer, Everett La escuela
ha muerto. Alternativas en materia de educación. Barral-Corregidor
ediciones. Barcelona. 1976.
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CORTO SOBRE LA TEORÍA DE LA DESESCOLARIZACIÓN
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