El pedagogo alemán Friedrich
Fröebel (1782-1852), afamado por ser el creador de los Jardines de Infancia,
recibió fuerte influencia de las filosofías de Hegel y de Fichte y fue
admirador y discípulo de Pestalozzi pero luego se apartó y creó su propia
metodología porque creyó que la propuesta de aquél no era apropiada para la
primera infancia. Consideró que se debía dar desde el nacimiento una formación
integral sin coacción y aprovechando al máximo las capacidades naturales y la
espontaneidad y que la educación era el camino para ayudar al hombre a
conocerse a sí mismo y a manifestar lo divino que hay en él amando a Dios, la
naturaleza y la humanidad.
Sostenía
la convicción de que existe una profunda unidad de lo real. La educación como
proceso de desarrollo está sujeta a dos leyes complementarias:
a) La
ley de los Opuestos o Polaridad: todos los seres tienen su opuesto en el
mundo: espíritu-materia, hombre-mujer, animal-vegetal, y en el crecimiento el
contrapunto fundamental es entre la naturaleza del ser en crecimiento (lo
interno) y su entorno (lo externo). Los vegetales, los animales y los humanos
crecen mediante el doble proceso de exteriorizar lo interno e internalizar lo
externo; es decir, imprimiendo la forma de su propia vida sobre algún material
externo y desarrollando su propia naturaleza al realizar esta actividad.
b) La
ley de la Asociación o Conexión: el crecimiento es el proceso de superar
las diferencias encontrando la asociación entre las cosas que en un principio
se oponían entre sí.[i]
La
propuesta pedagógica de Fröebel gira sobre la noción del desarrollo como
proceso que, a partir del contraste, resulta en armonía final y está presente
en todo el proceso educativo: el educador comienza con el contraste entre lo
interno y lo externo y debe cuidar que, al fin, se unifiquen. El papel del
maestro es ser intermediario entre el alumno y el mundo exterior facilitando,
como intérprete, su mutua comprensión. En un sistema más flexible que el de
Pestalozzi, evita la reducción analítica de la experiencia a elementos y
promueve la enseñanza con intereses totales y no con fragmentos. Lo primero que
se debe ejercitar es el mundo de los sentidos y el juego individual y colectivo
es el más alto grado de desenvolvimiento infantil. Calificaba como un error
crear barreras entre la actividad que se hace “por juego” y la que se realiza
“seriamente”. Las actividades lúdicas
eran centrales pero sin carácter coactivo u obligatorio y estaban divididas en
tres grandes grupos: 1) Objetos y ocupaciones, que intentaban
familiarizar al niño con las cosas inanimadas. Las ocupaciones concebidas como
actividades que modifican el material a utilizar, consistían fundamentalmente
en el dibujo, el modelado, el plegado y el encartonado; 2) Jardinería y
cuidado de animales domésticos, para despertar simpatía por las plantas y
los animales. Los jardines de infancia debían disponer de un terreno, un jardín
dividido en dos partes. Una, con pequeñas parcelas individuales que cada niño
debía cuidar por sí sólo como pudiera. Otra, destinada al trabajo colectivo que
estimulara la colaboración infantil; 3) Juegos y canciones, cuyo
propósito era acostumbrar a los niños a convivir con la naturaleza y con la
humanidad tratando los temas de interés desde el aprendizaje de los movimientos
más simples hasta el ir de compras con la madre.
Una
gran innovación que introdujo son los materiales para estimular la natural
tendencia a la actividad del niño, denominados “dones” o “regalos” a los cuales
atribuyó importancia simbólica. Los
dones procuraban, mediante el juego, la ejercitación sensorial y el desarrollo
del lenguaje y la sociabilidad. Eran once pero sólo los siete primeros fueron íntegramente
creados por Fröebel pues falleció antes de haberlos concluido.
A
pesar de que el sentido que le otorgaba a la educación era profundamente
religioso, al punto de considerar que la enseñanza de la religión cristiana era
la base de toda educación, cuando su prédica por la extensión de los jardines
de infantes estaba teniendo éxito, fueron prohibidos por difundir ideas
socialistas y ateas. Murió poco después pero dejó huella no sólo en la
organización y la didáctica del Nivel educativo Inicial sino que conforma la
tríada admirada por los integrantes de los Movimientos de Educación Nueva y
Activa del siglo XX junto con Rousseau y Pestalozzi. Las objeciones que se le
han hecho gravitan en la vaguedad de sus ideas, el carácter más poético que
científico de su exposición así como el excesivo énfasis en la espontaneidad
del niño y en las actividades recreativas.
Las siguientes frases ilustran la función primordial
adjudicada por Fröebel a la educación.
“Yo
sentía clara y distintamente que vivir es educarse, realmente, y de ahí
brotaban las preguntas: ¿qué es educación?, ¿qué papel representan en ella
los medios de instrucción elemental ideados por Pestalozzi?, ¿cuál es el
objeto principal de la instrucción? A esta última pregunta me respondía con
las siguientes consideraciones: El hombre vive en un mundo de cosas que actúan sobre él y sobre las cuales él desea reaccionar; ha de conocerlas, entonces, en cuanto a su naturaleza, su carácter y relaciones mutuas entre sí y con él mismo. Las cosas tienen forma (de aquí las lecciones de forma); tienen tamaño (de aquí las lecciones de tamaño); y son pocas, o muchas, o múltiples (de aquí las lecciones de número). Las lecciones de forma, tamaño y número corresponden, pues, a la naturaleza de las cosas mismas”.(Autobiografía)
“La
educación del hombre no es sino la vía o el medio que conduce al hombre, ser
inteligente, racional y consciente, a ejercitar, desarrollar y manifestar los
elementos de vida que posee en sí propio. Su fin se reduce a conducir, por
medio del conocimiento de esta ley eterna, y de los preceptos que ella
entraña, a todo ser inteligente, racional y consciente, a conocer su
verdadera vocación y a cumplirla espontánea y libremente.
Todo el
arte de la educación está basado en el conocimiento profundo y en la
aplicación de esta ley, única capaz de contribuir al desarrollo y expansión
del ser inteligente, y única susceptible de conducir a éste a la consumación
de su verdadero destino.
La
educación tiene por objeto formar al hombre, según su vocación, para una vida
pura, santa y sin mancha: en una palabra, a enseñarle la sabiduría
propiamente dicha.
La
sabiduría es el punto culminante hacia el cual deben dirigirse todos los
esfuerzos del hombre: es la cúspide más elevada de su destino.
La doble
acción de la sabiduría consiste para el hombre en educarse a sí mismo, y en
educar a los demás con conciencia, libertad y espontaneidad. El ejercicio de
la sabiduría se llevó a cabo por el ser individual, a partir de la aparición
del hombre sobre la tierra; se mostró con la primera manifestación de la
conciencia humana; se reveló más tarde y sigue revelándose aun como una
necesidad de la humanidad, por lo que debe ser escuchada y obedecida. Sólo
por la sabiduría se obtiene la satisfacción legítima de las necesidades
externas e internas; sólo por ella se logra la felicidad.
La
educación debe llevar al hombre a conocerse a sí mismo, a vivir en paz con la
naturaleza y en unión con Dios; y por alcanzar estos fines, ella se esfuerza
desde luego en elevar al hombre hasta el conocimiento de Dios, de la
humanidad en general y de la naturaleza interna y externa, suministrándole
más tarde el medio de unirse a Dios, al proponerle el modelo de una vida
fiel, pura y santa”.(La educación del hombre. Introducción)
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[i] La propuesta
pedagógica de Fröebel gira sobre la noción del desarrollo como proceso que, a
partir del contraste, resulta en armonía final y está presente en todo el
proceso educativo: el educador comienza con el contraste entre lo interno y lo
externo y debe cuidar que, al fin, se unifiquen. El papel del maestro es ser
intermediario entre el alumno y el mundo exterior facilitando, como intérprete,
su mutua comprensión. En un sistema más flexible que el de Pestalozzi, evita la
reducción analítica de la experiencia a elementos y promueve la enseñanza con
intereses totales y no con fragmentos. Lo primero que se debe ejercitar es el
mundo de los sentidos y el juego individual y colectivo es el más alto grado de
desenvolvimiento infantil. Calificaba como un error crear barreras entre la
actividad que se hace “por juego” y la que se reliza “seriamente”. Las actividades lúdicas eran centrales pero sin
carácter coactivo u obligatorio y estaban divididas en tres grandes grupos: 1) Objetos
y ocupaciones, que intentaban familiarizar al niño con las cosas
inanimadas. Las ocupaciones concebidas como actividades que modifican el
material a utilizar, consistían fundamentalmente en el dibujo, el modelado, el
plegado y el encartonado; 2) Jardinería y cuidado de animales domésticos,
para despertar simpatía por las plantas y los animales. Los jardines de
infancia debían disponer de un terreno, un jardín dividido en dos partes. Una,
con pequeñas parcelas individuales que cada niño debía cuidar por sí sólo como
pudiera. Otra, destinada al trabajo colectivo que estimulara la colaboración
infantil; 3) Juegos y canciones, cuyo propósito era acostumbrar a los
niños a convivir con la naturaleza y con la humanidad tratando los temas de
interés desde el aprendizaje de los movimientos más simples hasta el ir de
compras con la madre.
Una
gran innovación que introdujo son los materiales para estimular la natural
tendencia a la actividad del niño, denominados “dones” o “regalos” a los cuales
atribuyó importancia simbólica. Los
dones procuraban, mediante el juego, la ejercitación sensorial y el desarrollo
del lenguaje y la sociabilidad. Eran once pero sólo los siete primeros fueron
íntegramente creados por Fröebel pues falleció antes de haberlos concluido.
A
pesar de que el sentido que le otorgaba a la educación era profundamente
religioso, al punto de considerar que la enseñanza de la religión cristiana era
la base de toda educación, cuando su prédica por la extensión de los jardines
de infantes estaba teniendo éxito, fueron prohibidos por difundir ideas
socialistas y ateas. Murió poco después pero dejó huella no sólo en la
organización y la didáctica del Nivel educativo Inicial sino que conforma la
tríada admirada por los integrantes de los Movimientos de Educación Nueva y
Activa del siglo XX junto con Rousseu y Pestalozzi. Las objeciones que se le
han hecho gravitan en la vaguedad de sus ideas, el carácter más poético que científico
de su exposición así como el excesivo énfasis en la espontaneidad del niño y en
las actividades recreativas.
CORTO DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE MÉXICO SOBRE LOS APORTES DE FRÖEBEL
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