Se reconoce al filósofo alemán
Johann Friedrich Herbart (1776-1841) como el
primero que brindó una base sistemática sólida y coherente a la teoría
de la educación. Su pedagogía se integró a un sistema de ideas que incluía
metafísica, lógica, estética y moral. Es
manifiesta la racionalidad medios-fines subyacente en su propuesta de fundar a
la pedagogía en la filosofía práctica o ética que le proporciona orientaciones
referidas a los fines educativos y en la psicología que le señala los medios
para conseguirlos. Entre los principios fundamentales de su psicología
enunciaba el propósito de erigir los cimientos de la física del espíritu para
ello proponía aplicar la matemática en los análisis y definía que el objeto de
la psicología no era el alma ni el “yo” sino sus representaciones o ideas
siendo precursor de la psicología experimental que se constituiría a finales
del siglo XIX en el laboratorio de Wilhem Wundt.
La finalidad primordial de la educación es el
perfeccionamiento moral del alumno, la formación de la virtud. Tiene como misión
crear el espíritu frente al cúmulo desordenado de sentimientos transitorios.
Era necesario andar el camino desde la heteronomía hasta la autonomía pues el
punto culminante es el logro de la “libertad interior” entendida como la
conversión en un ser capaz de enraizar en su fuero íntimo las reglas de
conducta y preceptos morales.
La educación se basa en la instrucción
dirigida a la promoción del interés, concepto cardinal que más que un
medio es un fin entendido como la capacidad de absorción de aportaciones
culturales, el motor de la acción. Existen dos puntos de partida para la
instrucción: la experiencia y el trato con los hombres. Distingue seis tipos de
intereses los referidos al mundo del conocimiento de la naturaleza (empírico,
especulativo, estético) y los orientados al mundo de los hombres (simpatía,
sociabilidad, religiosidad). Tanto para la formación intelectual como la del
carácter el mejor medio es despertar en el alumno un interés múltiple,
expandir sus intereses porque una mente concentrada en un solo interés es
unilateral. Lo más importante es la actividad
mental que se provoca, se debe acrecentar y no disminuir, ennoblecer y no
degradar, proporcionar al alumno la masa de ideas que no podría adquirir por sí
solo.
En reacción contra la teoría de las facultades del
entendimiento, Herbart describía el mecanismo psíquico de manera asociacionista
hasta enlazar el plano intelectual y el moral. Postulaba que las ideas originan
los sentimientos que, a su vez, engendran los principios y las reglas de
conducta. Con antelación a Freud distinguía el consciente y una instancia no
consciente. Por consciente entendía la totalidad de lo que es representado
efectivamente y al mismo tiempo. Debido a su estrechez podía contener pocas
representaciones o ideas que permanecían conectadas formando series, cadenas,
masas, tejidos, las demás quedaban depositadas debajo del umbral consciente,
oponiéndose a las del conciente. Creía que la psicología edificaba el espíritu
con ideas o representaciones a semejanza de la fisiología que construía los
cuerpos con tejidos y que, en la sociedad, los individuos se conducían del
mismo modo que las representaciones en el alma individual. En la doctrina
herbartiana las representaciones actuaban entre sí como fuerzas que se atraían
o se repelían. Se atraían cuando eran de la misma naturaleza y, en ese caso,
formaban una fusión; si la naturaleza era diversa, el resultado del encuentro
era una detención, porque una de las fuerzas suprimía o disminuía el poder de
la otra y la fuerza disminuida se convertía en tendencia a la representación
cayendo bajo el umbral de la conciencia. Permanecía allí en un estado
subconsciente, aunque latente y dispuesta a traspasar el umbral en cuanto era
atraída por nuevas representaciones
Debido
a la relación de tensión entre las ideas o representaciones proponía comenzar
por analizar la maraña de los conocimientos preexistentes (educación analítica)
y luego comunicar los nuevos a fin de organizarlos con los primeros (educación
sintética). Igualmente se debía proceder para ensanchar la natural simpatía
hasta convertirla en amor universal de la Humanidad. La actividad mental abarca
dos aspectos: la profundización en el objeto considerado aisladamente y la
reflexión sobre sus relaciones. Distinguió cuatro grados o pasos formales en la
instrucción para provocar la reflexión y coordinación de las representaciones o
ideas.
Los cuatro pasos de Herbart son: 1) Claridad: presenta el contenido (fase de la demostración o exposición del objeto). En ella convienen las palabras breves y lo más inteligibles que se pueda; 2) Asociación: enlace con las representaciones ya existentes (fase de la comparación). Se aconseja el diálogo para que el alumno pueda indagar, modificar y multiplicar las relaciones entre las ideas; 3) Sistema: distribución e integración de los contenidos dentro de un todo ordenado; pensar sistemático (fase fe la generalización). Exige una exposición coherente donde se separe el tiempo de la exposición del de la repetición. Se destacan los pensamientos más importantes para revelar el conocimiento ordenado y aumentar la suma de los conocimientos; 4) Método: referencia de lo adquirido a la realidad; aplicación de los conocimientos adquiridos a casos concretos (fase de la aplicación). Aquí se tensiona la teoría con la práctica. Consiste en poner a prueba el sistema viendo qué lugar ocupa en él cada hecho. Por ejemplo, luego de establecida una regla aritmética (Sistema) el niño debe ejercitar su conocimiento de ella en nuevos casos.
Además
de la instrucción, concebía otras dos bases de la educación: a) El gobierno
o régimen dirigido a la conservación del orden y la prevención de las
perturbaciones del proceso educativo para el cual el medio fundamental era
mantener a los alumnos ocupados. Otros medios que prescribía eran el amor, la
autoridad, la vigilancia, la amenaza y el castigo siendo los más eficaces los
dos primeros. Su carácter negativo y represor
se argumentaba porque debía emplearse en el período en que el alumno no
tenía su voluntad bastante desenvuelta; b) La disciplina orientada hacia
las ideas morales, la formación del carácter concebida como la consistencia y
la uniformidad de la voluntad se apoyaba en el trato personal y podría proceder como contenedora en tanto un alumno
debe ser reprimido; determinadora para que el alumno elija rectamente; y
reguladora, en edad más avanzada, para que pueda gobernarse por máximas y
principios, es decir, llegue a la autonomía.
Un
concepto clave es el de educabilidad del alumno que Herbart la definía como
ductilidad, plasticidad y destacaba que en el plano moral sólo la encontramos
en los seres humanos. Recomendaba no enseñar a todos de igual manera sino que
el maestro estudiara a cada niño, entendiera
su psicología y su idiosincrasia particular, y sobre esa base,
administrara los conocimientos. Herbart hizo foco en el contenido dentro del
programa de estudios y propuso controlar el aislamiento disciplinario del currículo
tradicional mediante la concentración de materias en torno a la Historia y la
Literatura de manera que se interrelacionaran todos los contenidos en la
instrucción escolar. A la vez, tenía en gran estima la labor educativa y al
considerar que el maestro debía generar el interés en el aprendizaje lo definía
como un “artista” cuya misión era educar el ser íntimo del niño pero, al mismo
tiempo, destacaba la importancia de la reflexión metódica del profesor sobre su
tarea porque las propuestas pedagógicas debían probarse en la práctica.
“La educación por la instrucción considera como
instrucción todo aquello que se presenta al alumno como objeto de estudio,
comprende la disciplina misma a la cual se somete, y ésta influye más
eficazmente por el ejemplo de una energía que mantiene el orden que por la
represión inmediata de los defectos” (1910:63)
“…no se domina la educación si no se sabe establecer
en el alma infantil un gran círculo de ideas cuyas partes se hallen enlazadas
íntimamente y que tenga fuerza suficiente para vencer los elementos
desfavorables del medio, para absorber los favorables y para incorporárselos.
Sólo una educación privada, realizada en circunstancias favorables, puede
proporcionar seguramente ocasión para ello al arte del educador” (1910:72)
“La humanidad misma se educa incesantemente por el
círculo de ideas que produce. Si en este círculo queda sin relacionar lo vario,
ejerce entonces como totalidad una débil
acción, y las cosas aisladas que
predominen, por absurdas que sean, provocan la intranquilidad y la violencia.
Si lo vario se contradice, se originan disputas inútiles, que, sin darse
cuenta, abandonan la fuerza de lo que se discute a los deseos groseros. Sólo
por el acuerdo de las personas reflexivas que piensan puede triunfar lo
racional, y sólo por la unanimidad de los mejores puede vencer lo mejor”
(1910:72-73)
“El hombre adulto y educado racionalmente acaba por
emprender la tarea de gobernarse a sí mismo. Pero hay hombres que nunca llegan
a realizarlo; la sociedad los tiene en perpetua tutela; los designa, en su
mayor parte, con el nombre de imbéciles y pródigos. Hay otros que desarrollan
realmente en sí una voluntad antisocial; la sociedad está con ellos en lucha
inevitable y suelen acabar por someterse a lo que, contra ellos, es justo. Pero
la contienda es un mal moral para la sociedad misma; para evitarla hay varias
disposiciones, que es preciso tomar; una de ellas es el gobierno en los niños”
(1910:78)
“Se ve que el fin del gobierno de los niños es
múltiple: trata, ya de prevenir el mal, tanto para los demás como para el niño
mismo, para ahora, como para después; ya
de evitar la lucha que en sí es un estado molesto; ya, finalmente, de impedir
la colisión, que forzaría la sociedad a la lucha, sin que fuese absolutamente
autorizada para ellos.
Todo ello concurre a afirmar que este gobierno no
tiene que alcanzar ningún fin en el espíritu del niño, sino únicamente
establecer el orden” [1910:78]
“La unidad del fin pedagógico no puede derivarse de
la naturaleza misma de la cosa, precisamente, porque ha de partir de esta sola
idea: el educador se representa en el niño el hombre futuro; por consiguiente,
tiene que encaminar sus esfuerzos presentes a los fines que el discípulo se
pondrá después por sí mismo como hombre; y ha de preparar de antemano a estos
fines una interna facilidad (…) siendo múltiples las aspiraciones del hombre,
tiene que ser múltiples los cuidados de la educación” (1910:94-95)
“Pero esto no quiere decir que no puedan
subordinarse fácilmente los múltiples elementos de la educación a uno o algunos
conceptos capitales formales. Antes bien, el imperio de los fines futuros del
discípulo se divide para nosotros inmediatamente en dos provincias: primero, la
de los fines puramente posibles, que acaso algún día podrían emprender y
perseguir con la extensión que les plazca, y segundo, la de los fines
necesarios –completamente separado de aquélla- que no perdonará nunca haber
descuidado. En una palabra: el fin de la educación se divide en fines de
elección (no del educador, ni del niño sino del hombre futuro) y en fines de
moralidad. Estas dos rúbricas principales se presentan inmediatamente a
cualquiera que recuerde las más conocidas ideas fundamentales de la moral”
(1910:95)
“Lo que nos ocupa aquí no es, pues, un número
determinado de fines particulares (que no podemos conocer de antemano), sino la
actividad en general del hombre que se desarrolla- el quantum de su íntima e
inmediata vivificación y actividad – cuanto más grande sea este quantum- cuanto
más completo, extenso y armónico consigo mismo- tanto más perfecto y tanto más
seguridad ofrecerá a nuestra breve
valencia” (1910:96-97) (…) “Por esta causa consideramos como primera parte del
fin pedagógico la multiplicidad del interés que es preciso diferenciar de su
exageración, de la multiplicidad de ocupación”.(1910:97)
“La educación moral tiene, pues, por fin hacer que
las ideas de la justicia y del bien en
todo su rigor y fuerza, lleguen a ser los objetos propiamente dichos de la
voluntad, y que se determine conforme a ellas el valor intrínseco, real del
carácter, la esencia profunda de la personalidad” (1910:99)
“La pedagogía, como ciencia, depende de la filosofía
práctica y de la psicología. Aquella muestra el fin de la educación, ésta, el
camino, los medios y los obstáculos” (1946:26)
“El concepto fundamental de la pedagogía es la
educabilidad (Bildsamkeit) del alumno” (1946:25)
“El educador
tiende a lo general; pero el alumno es un individuo particular” (1910:100)
“… la
individualidad ha de resaltar para que el ejemplar de la especie no parezca
insignificante junto a la especie misma y no se desvanezca como una cosa
indiferente; sabemos, por fin, cuán conveniente es para los hombres el que para
las distintas ocupaciones se preparen y destinen personas diferentes” (1910:100-101)
“De todo ello resulta, en cuanto al fin de la
educación, una regla negativa tan importante como difícil de observar, a saber:
que es preciso dejar tan intacta como sea posible la individualidad. Por esto
es necesario, ante todo, que el educador distinga bien sus propias
contingencias y observe exactamente los casos en que él quiere una cosa y el
alumno hace otra, sin que haya de una y otra parte una ventaja esencial. En
estos casos ha de ceder al instante el propio deseo, ha de reprimirse hasta su
misma expresión en cuanto sea posible”. (1910:101)
“Llenar el espíritu, tal es, antes de precisar más
distintamente, el objeto general que, como resultado debe surgir de la
instrucción. La humanidad educada, necesita siempre, en su estado artificial, del arte; una vez adquiridas las
comodidades, acumulados los tesoros, satisfechas las necesidades de la
naturaleza, es preciso dar ocupación a la fuerza y no dejarla inactiva”.
(1910:200-201)
“El fin de la educación es la virtud. Virtud es la
unión de la intención (Einsicht) con la voluntad correspondiente” (1910:316)
“Gobierno,
instrucción y disciplina son, pues, los tres conceptos primordiales en vista de
los cuales se ha de tratar toda la teoría de la educación. Realizar la primera
de las tres funciones nacidas de ésta será bastante más fácil para aquel que
sepa andar con niños, en cuanto haya concebido bien el concepto de ella; no
puedo ahora detenerme más en este asunto. Mayores dificultades surgen en la
teoría de la instrucción. Ella no puede dividirse conforme a las facultades del
alma por educar, pues éstas no son más que quimeras, ni tampoco conforme a las
ciencias por enseñar, pues éstas aquí son sólo medios para un fin, que ha de
usarse, como los alimentos, según las disposiciones naturales y las
circunstancias, y que han de disponerse, como una material completamente
maleable en vista de los propósitos pedagógicos” (1910:319-320)
-Herbart,
Johann F. Pedagogía general derivada del
fin de la educación. Espasa-Calpe. Madrid.1910.
-Herbart,
Johann F. Antología. Selección y prólogo de Lorenzo Luzuriaga. Losada.
Buenos Aires. 1946.
CORTO SOBRE LOS APORTES DE HERBART
Muchas gracias por la información que me proporciona
ResponderEliminarAgradezco la información,muy concreta.
ResponderEliminarExcelente información, muy accesible y muy precisa para entender. Gracias.
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